Del Arte Gráfico al Arte Contemporáneo Múltiple: La complejidad del pensamiento en la praxis artística actual
Si partimos de la premisa de que el concepto de realidad está constantemente influenciado por nuestra subjetividad, cambios en los modelos de pensamiento, e indudablemente dependiente del nivel de conocimientos y perspectiva desde donde se observe, coincidiremos en afirmar que los compartimentos estancos y las definiciones cerradas en Arte son, a priori, si no erróneas, desde luego son falsables o cuanto menos, intrínsecamente sujetas a una obsolescencia que hemos venido constatando desde que el hombre elaboró sus primeras teorías sobre el mundo que le rodea. Una obsolescencia que sólo percibiremos si reconocemos nuestra incapacidad de percepción del todo reduciéndolo a un único modelo de pensamiento. Por otro lado, el todo es infinitamente más global, complejo y cambiante, y nos habla de un espacio de pensamiento donde el sujeto y el objeto de conocimiento que se encuentran íntimamente relacionados, pasan a estar en un lugar protagonista, y donde los resultados de esos intercambios hacen que el conocimiento evolucione. Un ejemplo claro de ello radica en muchas culturas orientales en las que se formula que, es imposible conocer lo externo a nosotros sin conocernos a nosotros mismos primero internamente.
Todo cambia en ambos niveles a la vez y todo es complementario en el tiempo y en el espacio. Jean Piaget en sus estudios sobre el desarrollo cognitivo del ser humano, escribía que los estadios evolutivos en el conocimiento, se dan después de procesos de involución y evolución constantes en los que las reestructuraciones forman parte de estadios que él denomina ensamblajes intelectuales, como andamiajes en un proceso de construcción infinito. Deberíamos ser más humildes al defender con absoluta contundencia nuestras representaciones del mundo que nos rodea, ya que lo subjetivo de nuestro pensamiento se añade a lo reducido del conocimiento que poco a poco vamos elaborando y la pequeñez espacio-temporal de nuestra existencia. Es decir, podríamos reflexionar sobre cómo la visión puede ser entendida como un acto meramente parcial en la apreciación del mundo que condiciona fragmentariamente el posicionamiento de lo preestablecido.
Si pensamos entonces, en el conocimiento artístico como un proceso de construcción intelectual diversificado con infinitas ramificaciones interconectadas y con innumerables subjetividades, no deberíamos reducir nuestro foco a lo que conocemos en este caso como “grabado”, “estampa” o “arte gráfico”, sino en un modo de entender el Arte neuronalmente conectado con lo que convenimos en llamar Arte Contemporáneo. Sin duda alguna que el Arte Actual es concebido y producido utilizando parámetros y con características heredadas del Arte Gráfico tradicional, y que éste es un estadio evolutivo enormemente valioso para construir el arte Arte Gráfico Actual, pero sin olvidar que es tan solo un proceso y que antes que “gráfico” y excluyente, desde nuestro punto de vista, debe ser arte, Arte Actualizado.
Es lo que denominamos Gráfica Contemporánea de Campo Expandido, Arte Contemporáneo Gráfico, o mejor, Arte Contemporáneo Múltiple. Si buscamos, pues, cuáles son esos marcadores que identifican al Arte Contemporáneo Gráfico y que lo relacionan con lo contemporáneo, nos percataremos de cómo están cómodamente integrados en el pensamiento actual. Quizás algunas de las características que hacen de nexo entre la práctica anterior y la actual sean, la potencialidad de multiplicación y el contacto directo o indirecto con una matriz generadora de originales múltiples. La unión de contrarios como transmisor de semejanzas inversas generadas de forma intencionada; repetición y transformación inserta en una estética de la complejidad.
El Arte, entendido como la eterna búsqueda de preguntas y respuestas de lo invisible, siempre ha ido por delante de la sociedad, del mercado y de los convencionalismos. El Arte es innovar, crear, inventar, contar lo nuevo, hacer sensible lo insensible, hacer pensable lo impensable, hacer posible lo imposible. Plantear nuevos caminos para llegar a nuevos destinos mirando lo que nos rodea. Inéditos recorridos que abren nuevas rutas que dibujan otros mapas superpuestos a los anteriores. Las preguntas del ser humano, aunque básicamente son las mismas, se hacen más complejas al hallar no sólo una respuesta, sino múltiples soluciones posibles que interaccionan en tiempo real con un contexto mutante y movedizo. Los territorios difusos en los que el artista gráfico actual se mueve, navegando sobre cartografías aún por dibujar y nombrar.
De este modo, pese a ser una empresa infinita, es innato al ser humano pretender responder a las grandes preguntas que le llevan a cuestionarse a sí mismo y encontrar algún sentido a su entorno. A menudo, la absoluta fascinación del hombre por lo nuevo, por lo desconocido, es el origen del propio desarrollo del mismo. A veces construimos e inventamos historias, mitos, religiones, arte, pensamiento, que tratan de desvelar un desconcertante mundo de impresiones, intuiciones o percepciones. Evidentemente, los modos de conocimiento que materializan las diferentes aproximaciones del sujeto a la construcción de lo que llamamos realidad son diversos, dependiendo del tiempo y los modelos que imperan en las distintas sociedades y culturas. Las representaciones de lo real, como dijimos al principio, siempre son subjetivas dependiendo de múltiples factores en un esfuerzo por dar visibilidad a lo invisible de esa realidad múltiple mediante la cual, el artista construye artefactos.
El advenimiento de la modernidad conduce a cambios radicales respecto a la condición de sujeto, a la relación de los individuos con el entorno, a la visión y comprensión del mundo y a la suposición tradicional de la existencia de un universo y una realidad objetivos. Igualmente genera nuevos cuestionamientos sobre los fundamentos de las ciencias y las artes, y nos lleva al reconocimiento de la necesidad de superar dogmatismos ortodoxos y de interconectar disciplinas aparentemente dispares [1]. Sin embargo, las eternas preguntas siguen intactas y encierran multitud de contradicciones en su formulación y posibles respuestas.
Quizás el Arte en su actividad de responder con más preguntas se constituye en el vehículo que canaliza el pensamiento y el conocimiento, constituyéndose en una mirada de la otredad que dialoga con la realidad aportando otros matices diferentes a los que la ciencia aporta. Como apunta Boltanski, quizás la clave es la combinación de ambas, “Artista es aquel que hace preguntas y provoca emociones”. Cuestiones y emociones sobre uno mismo y lo que le rodea, pero también sobre la vida y su desaparición, sobre el ser y el no ser. El arte y la ciencia preguntan, cuestionan, interrogan, dialogan, pero también se anticipan en el tiempo de la historia, pretenden hablar de lo no dicho o escrito con anterioridad. Al igual que otros, Jürgen Partenheimer, sugiere que la filosofía puede convertirse en el elemento mediador de las mismas. Al ir más allá del arte y/o las matemáticas, la filosofía ha sido durante siglos un aliado obvio, un interlocutor, un confidente, de las dos, sugiriendo modelos a veces yuxtapuestos de orden o “desorden”, de afirmación y negación. Claude Lévi Strauss ha intentado, restituir formas alternativas de vivir y pensar, formas que no coinciden con las encarnadas por la cultura occidental; y restituirlas por lo que representan en sí mismas, que no es tanto “nuestro lado oscuro”, como “el otro lado” o el lado invisible. Su descripción ha sido influyente a la hora de distinguir entre un enfoque cognitivo y el pensamiento de los límites de un modelo único, en sí mismo mitificado, el de la ciencia occidental [2].
Así, un pensamiento reduccionista en “grabado” donde se catalogan las obras según su técnica priorizando su identidad derivada de un origen ya algo lejano, desde nuestro punto de vista, está totalmente obsoleto; lo aleja y aísla irremediablemente de la praxis del Arte Contemporáneo. ¿Es o no es “grabado”?, ¿es ésta o aquella técnica?, ¿qué importa?, ¿a quién importa?, ¿a los artistas?, ¿al mercado?. El Arte, al igual que la ciencia, siempre ha ido por delante de la sociedad y del mercado, anticipando postulados e innovando. Esta alternativa de puntos de vista duales es demasiado simétrica, demasiado dialéctica, para ser verdaderamente pertinente y se fundamenta en operaciones teóricas triviales de lugares comunes filosóficos de juicios de exclusión. Contrasta singularmente, con la actitud de Benjamin, quien en el momento en el que llega a la hipótesis del “declive del aura”, emite también la hipótesis concomitante de su supervivencia en el seno mismo de las imágenes reproductibles [3]. Benjamin se había propuesto desde 1928 replantear la noción de origen sobre bases completamente diferentes de aquellas que se presuponían de una manera generalizada. El origen metafísico a destruir, el origen donde la crítica postmoderna reivindica la pérdida, el origen donde la antimodernidad rechaza la nostalgia crispada, este origen es siempre el mismo, siempre tan trivial. Es el origen-fuente que Benjamin fustiga dentro del neo-kantismo de Herman Cohen [4]. Es decir, Benjamin sustituye el origen-fuente, entendido como un origen inicial en el tiempo y en el espacio de donde parte la evolución racional del todo, por la noción de la evocadora imagen de un remolino de un río, fuente de sintomatología fluyente, de catástrofe interna en el desarrollo del futuro: un salto, una crisis en el tiempo, que sobreviene dentro de lo rítmico de una destrucción y de una supervivencia de un “ahora” y de un “pasado” para construir un futuro. Este es el origen-remolino reivindicado por Benjamin a lo largo de toda su obra [5]. Esta teoría está en relación con lo que, más tarde, el autor definiría dentro del “Libro de los Pasajes”, como “imagen dialéctica” [6]. El origen así entendido no es de donde todo proviene: es más bien un anacronismo, un proceso de distancia dialéctica, una ruptura de la Historia en sí misma, su obertura a la vez hiriente (desfigurante), y reveladora, (portadora de un efecto de autenticidad) [7]. Esto nos lleva a plantearnos cómo de las preguntas más rompedoras, nacen los avances más rabiosos en el conocimiento; y cómo la esencia misma del “grabado”, basada en los contrarios, positivo-negativo, único-múltiple, visible invisible, imagen redoblada y desdoblada, imagen latente-imagen especular, cóncavo-convexo, matriz estampa, manualidad-tecnología, arte-técnica, es, ante todo, puramente paradigmática y contradictoria. Nos lleva a repensar, cómo lo interesante de los contrarios es su propia confrontación y al mismo tiempo su complementariedad, para un más inteligente desarrollo y evolución del pensamiento y conocimiento y, por ende, del arte y de la ciencia. Citando a Jesús Pastor, desconocemos si la Gráfica Actual, “ha implosionado o ha explosionado”, pero lo que si parece ser cierto es que, en este momento de crisis y catarsis, donde se están dibujando nuevos mapas de forma vertiginosa debajo de nuestros pies, casi nada es estable. Lo múltiple de ayer, con una edición de 100 ejemplares, parece ridículo ante las cifras de internet, la tecnología de los sistemas de impresión actuales desafía las fronteras de la producción y el consumo deslocalizado del arte y la cultura en tiempo real, nos ofrecen indicios de que el big bang de la gráfica ya comenzó hace unos años.
De este modo, sin aventurarnos en juicios de valor, sobre qué es “mejor” o “peor”, y tampoco sin considerar que lo nuevo sustituye nada o es excluyente, lo que sí podemos afirmar es que el Arte actual, ante todo, es más complejo que el precedente, y que los reduccionismos anteriores, quizás no nos valgan en una sociedad mucho más compleja y diversa, donde el artista, no sólo baraja elementos, estéticos y formales, sino que está inmerso en otras muchas problemáticas y cuestionamientos intelectuales interrelacionados entre sí, de tipo filosófico, social, político, tecnológico, de comunicación, etc. “En la modernidad, se concibió el conocimiento como el reflejo interno en el sujeto del mundo externo, al que se suponía objetivo e independiente. El espacio del pensamiento moderno nació de una estética dicotómica que escinde al sujeto del objeto, al conocimiento de la realidad, a la forma del contenido. De este modo, el saber es una mera versión virtual de lo real. Esta forma dualista, polarizada y excluyente anterior, es más bien un monismo esquizofrénico, pues cada uno de los polos es pensado como absolutamente independiente del otro. Desde esta mirada se hace imposible pensar en los vínculos, la afectación mutua, los intercambios” [8].
En lo que se dio en llamar “Grabado”, y hablamos voluntariamente en pasado refiriéndonos a un pasado reciente, los compartimentos estancos propiciaban la autoexclusión potenciando una catalogación jerarquizante, por parte de los historiadores, como “arte menor”. Inmerso en un mar de tecnicismos, recetas, alquimia y nomenclatura (que dicho sea de paso sólo responden a los intereses del mercado), “lo importante” de la obra de arte, a veces, se desvanecía en la niebla de lo secundario.
Pensemos en Arte, en Arte Contemporáneo Múltiple. Retomemos “lo importante” de una obra de Arte en el contexto del siglo XXI, entendiendo lo importante como “aquello relacionado con las eternas preguntas y respuestas relacionadas con la condición humana”; una obra de Arte producida en el contexto actual tras más de un siglo de la invención de la fotografía, de Duchamp o de Benjamin. Situémonos en el complejo remolino de la época actual para aportar nuevas propuestas en Arte Gráfico, volvamos al presente pensando en ese futuro, donde la cultura viaja gracias a la tecnología de la comunicación en tiempo real, donde el concepto de autoría o mecenazgo se está transformando vertiginosamente, donde el consumo de lo múltiple está modificando los hábitos de la sociedad…, en definitiva, donde el artista habita en otro escenario diferente a sus antepasados. Produzcamos Arte en este complejo espacio de representación que nos ha tocado vivir, no le demos la espalda a una útil realidad múltiple y compleja que interactúa con nosotros de forma natural en otros aspectos de nuestra vida cotidiana. El enfoque de la complejidad puede proveer nuevas respuestas a viejas preguntas. Sin embargo, su atractivo y su valor no residen en esta posibilidad, que aunque puede ser apreciable resulta a veces algo limitada. “El aporte fundamental que nos da es el de habilitar otros interrogantes, de gestar otra mirada sobre el mundo, incluidos nosotros en él. Una mirada implicada y responsable, sensible y afectiva a la par que inteligente. La complejidad no es “la simplicidad pero un poco complicada”, ni tampoco una mera ampliación de foco conceptual. Es, o mejor aún, podemos hacer que sea, una estética diferente, una praxis vital y una ética que nos lleve a crear y habitar nuevos territorios existenciales” [9].
Reflexionemos sobre el tiempo que nos ha tocado vivir e imaginemos que los resultados o consecuencias del mismo, no son lineales, sino que aparecen en forma de bucle a partir de un remolino, de una manera similar a la creación de una serie donde la repetición y la transformación modifica el propio artefacto desde la diferencia “inframínima”. El simulacro es el sistema, afirma Deleuze, donde lo diferente se relaciona con lo diferente mediante la diferencia como tal; reposan en profundidad sobre la naturaleza de las cantidades intensivas, que están precisamente en comunicación mediante sus diferencias. “El sistema del simulacro afirma la divergencia y el descentramiento: la única unidad, la única convergencia de todas las series es un caso informal que comprende a todas. Ninguna parte de la serie goza de ningún privilegio sobre otras, ninguna posee la identidad de un modelo, ninguna la semejanza de una copia. Ninguna se opone a la otra, ni es análoga. Cada una está constituida por diferencias y se comunica con las otras mediante diferencias de diferencias. Las anarquías coronadas sustituyen a las jerarquías de la representación; las distribuciones nómadas, a las distribuciones nómadas de la representación” [10].
Entonces, como esbozábamos anteriormente con respecto a los modelos temporales, es interesante pensar, cómo la complejidad al mismo tiempo, lleva implícita la posibilidad de una multiplicidad de modulaciones temporales, entre los que se destaca la dinámica en forma de bucle, responsable de la mayoría de las paradojas. “Ésta concepción temporal parte de la idea de que si algo no se continúa no puede alterarse. La paradoja del tiempo se configura cuando nos damos cuenta que tampoco puede continuar si no se altera. Si algo se mantiene idéntico a sí mismo no está en el tiempo -que es necesariamente transformación cualitativa- y por lo tanto no tiene sentido decir que se continúa -que es un término temporal-. Como bien lo señalo Ferdinand de Saussure “la continuidad implica necesariamente la alteración, el desplazamiento más o menos considerable de las relaciones” [11].
Vista desde esta perspectiva, la complejidad nos da la oportunidad de insuflar sentido en nuestras prácticas sociales, en nuestro modo de conocer, de legitimar y compartir el saber, es decir, de enriquecer nuestros territorios existenciales en múltiples dimensiones. Muchas experiencias que la mentalidad y la sensibilidad dicotómicas habían desvalorizado, invisibilizado, e incluso rechazado o negado, podrán ahora formar parte de un paisaje vital que no se construye a partir de exclusiones a-priori. Lo que no implica en absoluto que pueda contenerlo todo. Lo borroso, lo ambiguo, lo irregular, lo caótico, lo paradójico, la transformación, la dinámica vincular, las mediaciones, las interfases, las configuraciones, lo irracional, lo no definido, lo fluctuante, lo intempestivo, los acontecimientos, lo emergente, la frontera difusa, tienen ahora un lugar como parte del conocimiento legítimo y no como experiencias desvalorizadas. “Los enfoques de la complejidad parten de una concepción dinámica como modo de existencia. Desde esta mirada, llamamos estable a un sistema cuya manera de cambiar se caracteriza por conservar la forma de organización. Se trata entonces de pasar de un único mundo compuesto por elementos completamente definidos e inmutables y relaciones fijas a pensar en términos de un “universo diverso” en permanente formación, configuración y transformación. En él no existen elementos aislados sino que se forman “unidades heterogéneas”, ensambles dinámicos y redes, que no tienen un sentido unívoco, no están completamente determinados; aunque, por supuesto, existen constricciones que simultáneamente permiten ciertas evoluciones e impiden otras. En este universo entramado emergen, co-evolucionan y se extinguen una gran variedad de formas en una dinámica creativa: el juego de la vida” [12].
Los mapas conceptuales de la modernidad ya no resultan válidos para organizar la realidad imperante, del Arte del pensamiento en general y del “Arte Gráfico”, en particular. El contexto que los hizo posibles, factibles y útiles está desapareciendo vertiginosamente. “El tránsito hacia un pensamiento complejo no implica meramente un cambio de paradigmas, sino una transformación global de nuestra forma de experimentar el mundo, de co-construirlo en las interacciones, de concebir y vivir nuestra participación en él, de producir, compartir y validar el conocimiento. Necesitamos nuevas cartografías, y sobre todo nuevas formas de cartografiar: debemos buscar otros instrumentos conceptuales y crear nuevas herramientas que nos permitan movernos sobre territorios fluidos” [13].
Desde esta perspectiva, la complejidad no es una meta a la que llegar sino una forma posicionarse desde el cuestionamiento e interacción con el mundo. Constituye a la vez un estilo de indagación y una práctica rigurosa que no entiende de estándares ni de modelos a priori. Un abordaje diverso de la complejidad implica desistir en el intento de acotarla, de formalizarla, de atraparla en un modelo, de constreñirla a un paradigma. No se trata de un nuevo sistema totalizante, de una teoría omnicomprensiva, ni siquiera de una nueva teoría que encorseta la nueva realidad, sino de un proyecto vivo siempre vigente y siempre en evolución, que nos habla de la dinámica de la vida, del continuo movimiento y devenir de la propia experiencia. Cómo decía Einstein, la vida es como montar en bicicleta, si te paras, te caes.
En física, la materia oscura, no se puede ver, pero se sabe que esta ahí y es infinitamente superior en volumen e importancia a lo que nuestra percepción puede analizar. Quizás la clave de la existencia y del Arte, está en lo que no vemos, que a menudo determina, por oposición, la realidad aparente. No podemos afirmar que lo que no vemos, no existe o es falso. Simplemente no tenemos capacidad para visualizarlo desde nuestra mente finita. Ese misterio, ese cuestionamiento acerca de lo inteligible, incomprensible o invisible, quizás nos pueda ayudar a aceptar la certeza de que el ser humano es limitado y que toda afirmación es relativa. Observar el mundo desde esa frontera entre lo visible y lo invisible, desde nuestro punto de vista, seguramente nos puede ayudar a seguir buscando, a seguir preguntándonos, en definitiva a seguir cuestionándonos a nosotros mismos como principio de incertidumbre básico en este mundo tan complejo cada vez más lleno de dogmas. Si nos cuestionamos lo obvio, lo evidente, puede que sea un síntoma de que estamos vivos.
El código para descifrar lo obtuso quizás se halle en asimilar la complejidad como método, en la diversidad complementaria que refleja la realidad actual del Arte Contemporáneo Múltiple; en el misterio de las series, en la paradoja de los contrarios, en la magia que encierra el hecho de la utilización de la repetición y la transformación para buscar la “perfección”, una “perfección” entendida como un camino infinito al que nunca se llega, pero al que hay que tender. Lo importante no es llegar, lo importante es el camino y la belleza de la intención.
Notas
- [1] GIANNETTI, C.: Estética digital, sintopía del arte, la ciencia y la tecnología. L’angelot, Barcelona, 2002.
- [2] ARENT SAFIR, M.: Conectando Creaciones. Ciencia-Tecnología-Literatura-Arte, CGAC, Santiago de Compostela, 2000.
- [3] BENJAMIN, W.:1936, p. 149-150 y 182.
- [4] BENJAMIN, W.:1928, p. 43-44.
- [5] BENJAMIN, W.:1928, p. 43-44.
- [6] BENJAMIN, W.: 1940, p. 473-507. BENJAMIN, W.:1928, p. 23-56 y BUCK-MORRIS, S.: 1989, p. 221-252.
- [7] DERRIDA, J.: 1962, p. 60 y DERRIDA, J.: 1967, p. 90-95.
- [8] Najmanovich, D.: “From paradigms to figures of thought”, Emergence, Vol. 4 Número especial, Boston, EE. UU. 2002
- [9] Najmanovich, D.: “From paradigms to figures of thought”, Emergence, Vol. 4 Número especial, Boston, EE. UU. 2002
- [10] AA.VV.: Repetición/ Transformación, Museo Nacional Centro Reina Sofia, Madrid, 1992
- [11] Saussure, F.: Curso de lingüística general, Madrid, Alianza. 1989
- [12] Najmanovich, D.: «Estética del Pensamiento Complejo», en Andamios. Revista de Investigación Social, Año 1, Núm. 2, Junio 2005, Colegio de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México.
- [13] Najmanovich, D.: “From paradigms to figures of thought”, Emergence, Vol. 4 Número especial, Boston, EE. UU. 2002