Tejo Remi/René veenhuizen

El “diseño holandés” y especialmente el diseño del tándem formado por Tejo Remy y René Veenhuizen, se puede situar en un punto intermedio entre el arte y el diseño, la industria y la artesanía o la producción y la experimentación. Ya no se trata tan solo de la utilidad ni de la estética de un producto, estos diseñadores juegan con el aura del objeto, rozando casi la inutilidad funcional de una obra de arte, creando objetos poéticos con mensaje y función.

Al inicio de los años noventa, el colectivo de diseño de producto Droog Design atrae la atención de la crítica internacional con una exposición en la Feria del Mueble de Milán en la que los fundadores de este grupo de diseño, Gijs Bakker y Renny Ramakers, muestran el trabajo de un número de diseñadores holandeses que comparten el mismo enfoque experimental, entre ellos diseñadores mundialmente conocidos en la actualidad, como Tejo Remy, Marcel Wanders, Hella Jongerius o Jurgen Bey.

La primera aparición del Droog Design tuvo casi la fuerza de un manifiesto, tras la exuberancia y el exceso de la década de los 80, algunos diseñadores se volvieron hacia un nuevo sistema de valores basado en el ahorro, la sencillez y la responsabilidad. Muchos de sus objetos celebran el ingenio y la pobreza de los medios elevándoles a una filosofía estética. El equipo compuesto por René Veenhuizen y Tejo Remy trabaja a partir de la reutilización y la reapropiación de objetos; desarrollan sus ideas mediante un brainstorming físico (handstorming), experimentando directamente con el material. Bocetan en tres dimensiones, trabajando con “las manos en la masa”, sin necesidad de bocetos previos, simplemente con conceptos representados mediante pequeños croquis, collages, maquetas o texturas. Se trata, en cierto modo, de diseño empírico, otorgando la misma importancia y atención al mensaje, al material, a la forma y al proceso productivo.

Gran parte de sus trabajos se realizan gracias a encargos institucionales para ubicaciones específicas. Esto les permite proyectar en función a las características físicas y arquitectónicas del espacio así como en relación al uso que se hace de este, ofreciendo propuestas sociales, lúdicas y poéticas. Les interesa la energía que contiene un lugar, o un material que ha tenido otra función anterior, y así poder jugar con su historia y su contexto. Reutilizan objetos por su potencial comunicador, “todo lo que hay a tu alrededor se puede utilizar. Trabajamos con las cualidades físicas del objeto recuperado, pero también con su historia y su significado, otorgando al producto en el proceso de transformación un mayor valor al que tenía en su inicio”. René habla por lo tanto de darle a un objeto, en principio obsoleto, una segunda vida distinta y mejor a la que tenía anteriormente, ejemplo del concepto de Upcycling (reciclaje ascendente). A menudo recuerdan que si bien se les considera “símbolos del ecodiseño” insisten en que no es su “trabajo lo que va a resolver el problema de la contaminación mundial”, que les interesa más ofrecer “una representación, una recreación, que pueda contribuir a mejorar la percepción que tenemos de los objetos en nuestro entorno”. Sus productos son mucho más que reciclaje, realizan una reconstrucción aparentemente aleatoria y precaria, pero que pretende evocar un desorden en cierto modo controlado, congelando el momento exacto justo antes de que todo caiga, se derrumba o rompa. Trabajan con el ritmo de las formas, de los colores y las texturas, exploran nuevos usos para materiales y objetos cotidianos buscando finalmente una reacción positiva en el usuario. Sus productos transmiten sensaciones, historias, ideas; nos sorprenden y nos conmueven. Son creaciones a la vez funcionales, estéticas, simbólicas y lúdicas.

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