Hola.
Hoy voy a hablar sobre algo bastante sencillo — al menos para mi — puesto que voy a ser mi propio sujeto de disección. En todo caso, ¿Por qué habría de querer postrarme en esa mesa de operaciones, bañado por un halo de luz blanca? Pues bien, ésa es la parte fácil. En primer lugar, me encantan las historias y, en segundo lugar, estoy convencido de que sólo puedo hablar desde mi esfera personal de subjetividad. Podría repetir antiguas historias – e Historias – o hablar acerca de hechos dados y conocidos, pero incluso así — en la punta de lanza de la realidad — empezaría a interpretarlos y transformarlos. En tercer lugar, he de reconocer que tengo serios problemas para recordar aquellas cosas que no me atañen directamente y, en cambio, esas otras cosas con las que me siento realmente cercano han terminado por formar parte de mí a lo largo de los años, en una suerte de Alzheimer cognitivo. Por mucho que estos relatos se hayan desarrollado a mi costa, también yo he crecido y madurado con ellos. Así que hoy os contaré una historia que podría ser o no ser real. Algunas partes, incluso, podrían ser totalmente erróneas o inventadas, como si su ADN se hubiese entremezclado, mutado o transformado en base a mi propia experiencia y necesidades.
Ah sí…, ahí la tenemos…, esa palabra, definitiva, seductora: necesidad.
La necesidad es la esencia de todo.
Amar un relato, conocer un cuento, recordar una Historia es necesitar esa particular complejidad de las palabras y los pensamientos.
Así pues, voy a reformular mis pensamientos: todo está basado en la necesidad. Amar, gustar o querer, es necesitar — incluso cuando amas “dar”.
Hablando de necesidades. En primer lugar existe una necesidad planetaria por sobrevivir y, tras esta, existen otras necesidades más o menos refinadas.
¿Cómo sobrevivir?
Después de ser bombardeados por un imparable flujo de datos que exige ostentar los méritos invisibles de la objetividad — aunque sólo sea por el mero número de contribuciones y metodologías en las que nos vemos implicados — tras años de instituciones educativas, culturales y sociales, se me inculcó la idea de la insuperable montaña de El Pasado. Tras años de intentar rechazar, minimizar o ignorar a ese gigante, he llegado a un punto en el que me doy cuenta de que nuestra historia es inevitable. Más aún, podría actuar como una fuente de agua, positiva y extremadamente importante, para el desierto ardiente que es nuestra mente. Es una posibilidad, un ejemplo más de las decisiones tomadas.
Celtas, Griegos, Romanos, Egipcios, Aztecas, Mongoles, …, y cualquier tipo de cultura en cualquier tipo de orden y, aún así, su superposición o solitarias influencias. Sonidos, pinturas rupestres, pirámides, ruinas, mosaicos, esculturas, música, libros, fotografías, … y cualquier otro tipo de manifestación. Clasicismo, Impresionismo, Realismo, Modernismo, Post-modernismo, urbanismo globalizador, o cualquier tipo de ‘-ismo’.
Todos ellos habitan en mi mente. Tantísima gente. ¿Y yo? ¿Me dejarán algún espacio en esa amplia nave, surcando los mares?
¿Cómo puedo sobrevivir en ese inmenso vórtice de memoria colectiva?
¿Dónde encajo? ¿Dónde me podría situar dentro de esa abrumadora biblioteca que es nuestro pasado?
¿Cómo debería interpretar y usar todos esos datos, muertos, mutilados y fríos ? ¿Cómo puedo resucitar todos esos elementos sin vida y convertirlos en seres vivos? ¿Cómo puedo hacerlo mío otra vez?
Quizás debería combinar y mezclar cual coctelera mis preguntas y plantearme “¿cómo puedo volver a ser útil de nuevo?”
Esta pregunta se diluye hacia el fondo de la caverna – donde un débil eco permanece – al tiempo que el padre despótico de esa pregunta sublimada reclama su trono. Todos aclaman ¡larga vida al “Rey Supervivencia”! Nuestro Rey. Nuestro padre. Nuestro instinto primario. Mi mayor necesidad básica. Sobrevivir.
Así que, como muchos de vosotros probablemente hacéis, habéis hecho o podríais hacer en un momento determinado, decidí reducir de forma selectiva todas los frentes para finalmente — o mejor dicho, primordialmente — ser capaz de digerir esta base de datos mental que me había sido dada — e impuesta.
Decidí liberar mi mente mediante reducciones y alteraciones personales del Pasado. Una biblioteca de bolsillo. Herramientas mentales y emocionales, portátiles, que me permitiesen interpretar lo que me rodea y afinar mi punto de vista. Construcciones mínimas para sobrevivir de forma más adecuada. Personalizar la existencia. Mejorar a través de mí mismo. Si realmente quería sobrevivir — y, obviamente, quería — entonces necesitaba la creación, la esencia de los pensamientos. No datos muertos, sino algo útil, algo liberador, que incluso me guiase.
Gradualmente, estuve exprimiendo todos estos datos que residían en mi interior — imaginad mi autorretrato como una esponja – hasta convertirlos en una plataforma que me permitió transmitir mi propio lenguaje e interrogantes personales. Un truco de magia. De agua a vino, de piedra a oro. Una plataforma de palabras y poesía, de impresiones y pensamientos, de querer comunicar, de necesidad. Mi segunda necesidad.
La necesidad de comunicar.
Deseos. Sueños. Necesidades. Todos los tenemos.
Después de la necesidad de supervivencia — incluso sacrificando nuestra propia vida — la necesidad de comunicar es uno de los impulsos más poderosos e instintivos que los seres humanos pueden experimentar.
Y aun cuando la voluntad de poder ha sido tipificada por Nietzche como la fuerza motriz de la humanidad, me atrevo a decir que – para mí – se encuentra por detrás frente a la voluntad de comunicación.
Supervivencia, comunicación, poder. En ese orden.
¿Por qué habría de estar en desacuerdo con nuestro gran maestro del fuego alemán?
Wille zur Macht – La Voluntad de Poder – aglutina todos nuestros anhelos, lo que queremos alcanzar, obtener reconocimiento, ser ambiciosos, tener mejores resultados que la persona de al lado. Wille zur Macht es lo que hace que nuestro capitalismo prospere incansablemente e institucionaliza la tiranía de la tecnología. Tienes un iPod, tengo un iPad, tienes un iPhone, tengo un iMac, tienes dos iMacs, tengo tres iMacs, etc. O, simplemente, pensad en el sistema de amigos de Facebook. ¿Cuántos amigos tienes? ¿Y qué? Ya no hay preguntas, sino que todo, simplemente, funciona. Poco a poco nos disolvemos, más y más, en la tecnología. Ahora nuestras vidas comienzan allí. También terminan allí, con un insignificante comentario de blog. ¿Acaso recuerdas el sabor de la auténtica leche? Quizás deberíamos dejar radicalmente de pensar y dejar que la economía tome el relevo. En realidad, ni siquiera es algo tan radical, sino prácticamente un hecho. Qué tristes podemos estar. Pero probablemente tú puedas estar incluso más triste que yo. Por fuerza tienes que estarlo. Estamos continuamente animados a mostrar cuán exitosos y reconocidos somos. Y no lo cuestionamos, simplemente escuchamos. Nos hemos convertido en parte de ello. Participamos en el juego sin recordar porqué lo empezamos. Nos hemos quedado dormidos mientras disfrutábamos de las suaves y susurrantes voces del poder. Y los dioses de la Antigüedad, mientras tanto, esperan y observan, seniles y viejos — mirando a sus penes — mientras se preguntan “¿cuándo y por qué se esclavizaron los seres humanos a sí mismos?”
La necesidad de comunicación se tuerce — una batalla sin fin — por el deseo de estatus. Una batalla de “cuellos”.
Wille zur Macht – La Voluntad de Poder – no es, sin embargo, lo que tengo en mente al caminar por la ciudad, disfrutando de la luz del sol, tocando un cabello de una mujer y oliéndolo en la suave brisa. No es la Voluntad de Poder lo que me hace mirar a las estrellas o seguir al pájaro que planea hacia el horizonte. No me obliga a permanecer inmóvil en Finisterre o hablar conmigo mismo cuando estoy a solas.
En primer lugar, sólo quiero comunicar — hablar — y, sólo más tarde, querré formar sinergias, y coquetear y bailar con los peligros del “reconocimiento”.
Primero, he de contar una historia. Mi historia. Como todo el mundo.
Para ello, hay que empezar por alguna parte. La Historia tiene muchos ejemplos de cómo proceder. En retrospección, he de decir que mis principales fuentes para ello podrían ser una peculiar convergencia entre Camus, Hesse, Nietzsche, Van Ostaijen, Multatuli y Wittgenstein. No porque suene bien, sino como algo realmente inevitable. A posteriori, a-priori.
He creado un Tractatus – Tratado – de mí mismo, emotivo, poético, exploratorio y envolvente. Quería borrar todo y, partiendo de cero, iniciar algo nuevo y esencial para mí. Algo real.
Así que empecé un nuevo lenguaje.
Comencé buscando palabras que explicasen lo que estaba experimentando, definiendo la idea que estaba flotando en mi mente, formulando los pensamientos que allí habitaban. Entonces, intenté formar estructuras de palabras… ¡Oh cielos! ¡Qué mala experiencia!, pues devino inicialmente en un intento precoz por construir frases. Como un niño, mutilando palabras. Sin embargo, poco a poco encontré combinaciones que se adecuaban a mi perfectamente. Hallé una vía que permitía — de un modo lo más certero posible — una traducción de los pensamientos a través de algo que podría llamar poesía.
Poesía. Textual, visual, auditiva, etc. Me ofrece una experiencia casi directa de pensamiento y ser. Un no-método que crea un amplio paisaje de posibilidades, una vía de escape de la tecnología en el pensamiento que permite reflexionar acerca de la cohesión invisible entre todos y el todo. Impás. Pensamiento. No pensamiento. Un país de “tal vez” y “podría”, de inmediatez e hipótesis, donde todas las criaturas tienen los mismos derechos y nada existe realmente salvo como pre-constructos del lenguaje. Ahora, esos malabares con palabras suceden de forma totalmente interna, luchando — o posiblemente flotando libremente — dentro de uno.
Ese modus operandi cambia radicalmente — aunque de forma inadvertida — hacia un proceso paralelo de exteriorización que cobra cada vez más fuerza.
Para comunicar y verificar la expresión de un nuevo lenguaje, tienes que encontrar un público.
Al principio, lo probé de mala gana con gente cercana a mí, pero ¿cómo les podría hacer entender ese extraño vocabulario?
Por pura persistencia. Una y otra vez les enfrentaba con ese yo alternativo. Estableciendo un diálogo, a veces absurdo, donde mi honestidad intrínseca pondría en peligro cualquier status quo.
El primer obstáculo fue demostrarles que no soy una especie peligrosa, sino más bien en peligro de extinción – alienígena, en todo caso.
Tras un largo período de conflictos y erróneas predisposiciones, comenzaron a ver un poco de coherencia en mi prueba y error. Una vez que se dieron cuenta de ello, se relajaron y comenzaron a interpretar las estructuras que propuse. Yo estaba feliz de ver sus crecientes reacciones, pero también terminé frustrándome, tan pronto como sentí que estas finas líneas de coherencia parecían tardar una eternidad en ser entendidas. Las interacciones con aquellos más queridos y más cercanos a mi me permitieron reflexionar sobre cómo mis inmaduras afirmaciones se estaban interpretando. A continuación, pude optimizar mis estructuras interna y externamente – en búsqueda de mejores resultados. Mejorar mi idioma para facilitar la comprensión y retroalimentación.
Si. La necesidad de comunicación es demasiado fuerte como para poder ser encerrada. Quiere liberarse.
Creé mis primeros poemas y cuentos, dibujos y pinturas, fotos y vídeos “públicos”. Una producción pequeña y controlable para una igualmente pequeña – pero potencialmente creciente – audiencia que me sedujo, que me impulsó aún más. Una vez que habían probado este mundo, querían más. No es que les gustase – o que no les gustase; tan sólo significaba que, algún día, podría llegar a gustarles – mientras se preguntaban cuan grande podría ser un vocabulario, o las posibilidades de este mundo.
La gente quiere sumergirse en las fantasías de otro. Todo el mundo se siente atraído por el escapismo.
La necesidad de comunicación se hace más y más fuerte. Sin tu consentimiento o conocimiento, siembra la semilla de la guerra en el jardín de las delicias. Quiere conquistar territorio. Lo necesita. Incluso encuentra un aliado en la Wille zur Macht – La Voluntad de Poder de Nietzsche – mientras Friedrich se ríe junto a su chimenea.
Los valores y opiniones del Umwelt – Universo Subjetivo (John Deely) – están creciendo en ti. ¡Tantas necesidades!
El mundo exterior había visto estos primeros pasos y al tiempo que comenzaba a entender lo que estaba tratando de expresar, se volvió más estricto, más duro, menos indulgente. Podría aceptar o rechazar esta comunicación, sin el margen de error que me consentía anteriormente.
Ahora demanda implícitamente una continua expansión de ese lenguaje y empieza a compararlo con otros idiomas, con otros mundos, con otras personas.
Llegado este punto, no hay marcha atrás. Tienes que perfeccionar tus historias – incluso antes de contarlas. Tienes que hablarles de tu mundo – pero con cierta inmadurez. Exiges más tiempo para mejorar tu mensaje de cara a buscar la perfección. Tienes que esforzarse más cada vez y no puedes parar bajo ningún concepto. La necesidad de comunicación se convertirá en una obligación inexorable por comunicarse.
Y cuando oigas el canto de las sirenas, te darás cuenta de que a cada paso toda tu atención se centrará en un único punto en el infinito. Te darás cuenta de que no te puedes resistir.
Nadie puede evitar que camines hacia la peligrosa tentación de los pensamientos. Quieres navegar en el filo del mundo, al borde del abismo. Lo necesitas.
Las necesidades son poderosas.
Bueno, estamos a mitad de camino y deberíamos volver a las Morfologías y las Interfacultades. Simplemente has probado el modo en que saboreo el mundo. Ahora permíteme compartir contigo algunos nimios elementos de ese mundo.
Nací en 1980, en Bélgica, en un lugar pequeño del que ya no me acuerdo. Tengo dos hermanos, uno mayor y otro más joven. Mi padre es arquitecto e ingeniero. Mi madre entregó toda su vida a nosotros. Elegí matemáticas e idiomas en el instituto. En la facultad de arte elegí la especialidad de diseño gráfico.
Ha sido realmente breve…
Sin embargo, debo profundizar en esta última parte: la elección de diseño gráfico. Sin duda ha sido un poco problemático para mi. En ese primer momento de ingenuidad todo ello parecía ideal, pero sólo más tarde me di cuenta de que me había perdido algunas formas de interacción en las llamadas “artes libres” que tenía que volver a aprender.
Mi escuela de diseño gráfico estaba alejada de las otras facultades. En realidad, todas las facultades estaban separadas unas de otras – de modo que si en un determinado momento sentía la necesidad de hacer algo no contemplado inicialmente en la vía que había escogido, no me estaba permitido.
Esta situación era radicalmente opuesta a lo que creía que una Facultad de Bellas Artes debía ser. Pensaba que el arte sería generoso. Pensaba que esa escuela me daría tiempo y espacio para aprender acerca de mí mismo, para encontrar los matices de mi vocabulario, para experimentar con mis pensamientos. Tenía la esperanza de enfrentarme a mi necesidad de comunicación.
Cuan equivocado podía estar.
Las artes aplicadas y las visiones de la Bauhaus que habitaban en mi mente habían desaparecido. Las multidisciplinariedad sólo existía como una idea seductora… Nada serio.
Tuve que elegir entre ser un diseñador gráfico o un artista, o un investigador, o un tipógrafo, o un escritor, o un fotógrafo, o… Una mezcla de todas estas facetas parecía ser del todo imposible.
E incluso la sospecha de una cierta nostalgia por esta multiplicidad motivaba que los profesores y compañeros me tratasen como la peste. Tenías que pensar monolíticamente.
Fue en este punto cuando decidí convertirme en un ser humano híbrido. Lo etiqueté como “creativo”, fácilmente traducible por “artista”. Una simple palabra que pudiera abarcar todas estas acepciones aun cuando se haya usado y abusado de ella de muchas maneras – y se consienta. Podría incluso llegar a entenderse o, por lo menos, reunir la presunción de entendimiento. Una palabra que en cada período histórico ha conllevado una serie de obligaciones y manierismos – especialmente ahora, en esta tiranía orientada hacia los resultados – de más y más cantidad, más y más rápido, más y más difícil. Nietzsche trató de advertirnos, pero nos pareció que estaba hablando de otro mundo (incluso de otra raza). Además, ese hombre había estado escribiendo poesía – y todos sabemos que no te puedes tomar a esa gente muy en serio, pues no creen realmente en la tecnología…
Este creativo/artista/poeta (etc.) puede recibir muchos nombres distintos y, sin embargo, la definición más acertada será, probablemente, aquella que siempre olvidamos – en tanto en cuanto no disponemos de palabras para definir lo indefinible. Es muy difícil definir algo que no desea ser definido, pues cualquier definición restará, en vez de sumar.
El artista como ser creativo que se esfuerza por experimentar la esencia de la existencia y expresarlo. Un generador de preguntas sobre morfologías invisibles.
Las Morfologías son la esencia de mi trabajo.
Las “Morfologías” son, asimismo, mi plataforma personal para el intercambio de pensamientos.
Un marco real y virtual que necesitaba con urgencia. Un patio de recreo. Una biblioteca privada – con puertas abiertas. La comunicación antes que el poder.
Lo necesitaba, porque las obras que estoy realizando están circundadas por un continuo conflicto de definiciones.
Soy programador, comisario, escritor, fotógrafo, diseñador, …
Todo perfecto, pero antes que nada: soy una mente creativa.
Una persona. Un ser humano.Lleno de pensamientos. Pensando. Y tengo este enfoque intenso e irresistible – que me deja con nada más que uno mismo.
“El hombre sin nombre”, vagando por un desierto desolado.
La lejana isla de las Morfologías me permitió seguir siendo yo mismo. Me salvó. De qué y quién, realmente no lo podría decir. Simplemente lo sé. Todavía lo hace.
También me proporcionó el valioso don del tiempo y el espacio – dos ingredientes clave que me permitieron investigar mi mundo interno y el Umwelt.
Todo el mundo debe encontrar esa libertad. Aun cuando muchos ni siquiera la están buscando.
Para facilitar el uso público de este espacio no metodológico, hace unos años inicié la “Interfacultad”, junto con Nico Dockx. Un lugar para las preguntas, que podría transformarse en cualquier cosa, incluyendo una Facultad-guerrilla para una universidad. Esta Interfacultad apela al no-espacio, que se queda al margen de la definición de cualquier otro espacio. Es a la vez intra y supra.
Una vez más, se trata de una necesidad de comunicación.
Trata de cuestionar diferentes modos de comunicación, quiere responder una pregunta con otra pregunta – generando tal vez una respuesta. Buscando modos para permitir a los arquitectos, artistas, artesanos, doctores, diseñadores, científicos,… comunicarse entre ellos y, especialmente, superponiendo sus campos específicos. Es multidisciplinar e invisible. Una plataforma para cualquier tipo de enfoque intenso. Para matemáticos, poetas y compositores.
Un momento para la locura.
Psicópatas. Personas que recorren todo el camino para desarrollar una manera de pensar – o de relacionarse – que trasciende la simple categoría en la que la sociedad los coloca. Glenn Gould no es un pianista, sino un artista, Einstein no es un matemático, sino un artista, George Perec no es un poeta, sino un artista y así sucesivamente. Lo mismo sucede con Joseph Beuys, nuestro famoso narrador, o con el clásico ejemplo de Warhol. Los libros de Dieter Roth son, en realidad, obras de arte. Enzo Mari trasciende el diseño. Mies van der Rohe no es sólo un diseñador. Etcétera, etcétera.
Todos ellos son artistas y todos ellos hacen multitud de “arte”, esto es, si se entiende “artista” en el modo descrito anteriormente. Estas mentes creativas han dedicado su vida a comunicar su interacción personal con la existencia – sus mundos esenciales.
No. No estoy diciendo que el diseño sea arte. O viceversa. No lo es. Hay arte que ni siquiera es arte, y ciencia que sí lo es.
Pero todo ello tiene la potencialidad para serlo.
A veces, la comunicación de pensamientos cierra esta brecha y la traducción se convierte en arte – cuando la creatividad se convierte a su vez en un generador de pensamientos y emociones.
Preguntas vivas y vibrantes de naturaleza multifacética con colores increíbles. Igual que el atardecer en el desierto de Nevada. Como el sexo. Como la música. Tal vez como morir. O nacer.
Si tan sólo pudiera recordar.
Thousand lambs Brought before a hungry me Let them be slaughtered and eaten Or set them free No Let them vanish Within this Humpty Dumpty Fluffy — oh so cute — gorefest of thoughts Inside my mind Pure silver and gold Cocktails of power and joy
Así pues, para mostrar de qué modo una personalidad híbrida puede existir en diferentes mundos, definiré brevemente algunas para vosotros. Pues un gato con nombre es más fácil de llamar.
Más alejadas de mí, están aquellas obras que clasificaría como “diseños obligados”. Sólo realizo algunos de estos trabajos bajo unas premisas básicas y a fin de sobrevivir económicamente. Estos “diseños obligados” no tienen ningún contenido que realmente necesite. En este caso, la forma sirve de apoyo al contenido mostrado. Podría sonar como la “categoría aburrida”, pero nada más lejos de la realidad. Esta categoría me exige repensar y reformular continuamente mis propuestas para que pueda hablar el idioma del cliente y sentirme como él o ella. En cierto sentido, crean ambiente.
Así pues, los “diseños en colaboración” están más cercanos a mi. Este importante grupo engloba todos aquellos medios donde he estado más o menos involucrado en la investigación tanto del contenido como de la forma. Contenido y forma son igualmente motivadores. Debido al gran esfuerzo y al tiempo – hasta cinco años – que algunos de estos diseños requieren, únicamente puedo desarrollar unos pocos al mismo tiempo.
Las llamadas “obras en colaboración” están muy cercanas a mi persona. Estas “obras en colaboración” son de vital importancia para mi, y estás relacionadas con mi corpus de obra personal, tanto en interpretación como en forma. Son parte de las historias que deseo contar. En estos casos, la colaboración es el contenido, pudiendo venir de parte de otra persona, pero donde exijo y gozo de libertad absoluta tanto en la gestión de los tiempos, espacio y modo en que me aproximo a dicho contenido. Es como una traducción muy personal. Un trabajo de verdad.
Y finalmente hay simplemente “obras”. Esta es la sección que más íntimamente forma parte de mí y con la que más me implico – hasta el punto de que empieza a solaparse con las otras tres. Paso a paso estoy aceptando mi destino.
Otra necesidad: Schicksal (Destino).
¿Preguntas?